La pausa

Las carteleras, ese gesto, detalle, intervención que significa un parate, tanto para quien la piensa y habilita, como para quien responde y se habilita a dejar su huella en un rincón del hospital.

Preguntas que invitan pensar y pensarse, en tiempos que corren, en pasillos que rebalsan en un diciembre caluroso, quizás esperando un turno, aguardando con miedo, incertidumbre, incomodidad, deseo por sentirse mejor. Deseando.

Estoy sentado, ya no sé hace cuántos minutos estoy en la sala de espera, pero levanto mi mirada y veo la pregunta: ¿Qué te gusta hacer? Pienso, no estoy seguro. ¿Qué me gusta realmente hacer? ¿Qué tiempo le dedico a eso que me gusta?

Leo otras respuestas en los papelitos de colores, frases, palabras y dibujos. Intervenciones de otros que han estado en mi lugar, con motivos distintos, pero con el mismo objetivo y siendo interpelados por la misma pregunta, simple pero que incomoda cuando no se tiene una respuesta clara.

“Escuchar música, estar con amigos, jugar con mis perros, mirar películas, ir a recitales”.
“Ver una peli”.
“Salir a manejar”.
“Viajar con mi familia”.
“Dibujar”.
“Pasar tiempo con mi niña. Habitar mi soledad y estar tranquila”.
“Estar con mi familia, amigos, escuchar y tocar música, viajar por el mundo y ayudar a los demás”.
“Ir a la guardia”.
“Caminar o leer”.
“Rascarme, como siempre, sin hacer nada. Me gusta estar al pedo y no hacer nada”.
“Hablar. Me gusta mucho hablar y escuchar”.
“Estar con mamá, mis perras, mi pareja, disfrutar los ratos en la plaza”.
“Ser feliz un día a la vez”.
“Jugar al fútbol”.
“Salir con mis perras y mi pareja. También estar con mi familia”.
“Jugar con mis amigos en la cancha de la escuela, mirar películas, jugar con mis legos”.

Y Olivia que firma el dibujo dedicado a su mamá y que nos regala a todos en la cartelera de adelante.