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La psicopatologización de la política - Hospital Escuela de Salud Mental
Artículos

La psicopatologización de la política

Advertencia por un fenómeno creciente.

El siguiente es un documento del Frente
de Graduadxs por la Educación Pública,
Minoría del Claustro de Graduados en el
Consejo Directivo de la Facultad de
Psicología de la UBA.

Desde hace algunos días ha venido incrementándose la presencia de aseveraciones infundadas y especulaciones que utilizan o aluden categorías diagnósticas, nosografías o supuestas informaciones ligada a la salud y a la salud mental sobre dirigentes o militantes políticos. Y esto, tanto por parte de comunicadores y periodistas no especializados en cuestiones sanitarias, como por profesionales de la salud/salud mental e incluso dirigentes políticos y funcionarios –tal como el mismo Presidente de la Nación.

Como profesionales/trabajadores de la salud mental y actores del campo académico e investigativo –y además como ciudadanos– nos vemos en la obligación ética de recordar algunos aspectos centrales en el ejercicio de nuestra disciplina, así como de la comunicación y difusión de temáticas atinentes a la misma:

  1. La (psico)patologización de rasgos o aspectos de la discusión política, como así también de personas que ejercen roles en la dirigencia, función pública o militancia, degrada a la política y a la democracia, corriendo el eje de la discusión y obstaculizando discutir y pensar en términos de ideología, valores, principios, doctrinas e ideas.
  2. Un diagnóstico o cualquier consideración clínica se efectúa en el marco de un espacio terapéutico, siendo el primero efecto del segundo. Un diagnóstico o cualquier apreciación clínica no puede provenir de especulaciones externas. 
  3. A su vez, asociar tal o cual diagnóstico a elementos peyorativos o moralistas constituye un acto de discriminación; o en paralelo, leer y/o menospreciar rasgos como a la ideología, la clase o pertenencia social, las costumbres, los estilos o a cuestiones ligadas al género de una persona en clave (psico)patológica resulta totalmente desacertado.
  4. Alertamos la inconveniencia de esgrimir argumentos científicos desde el sentido común y desde la falta de expertise profesional. Utilizar categorías diagnósticas, nomenclaturas médico-psiquiátricas-psicológicas por personas no capacitadas ni autorizadas en las disciplinas científicas específicas resulta en una falta grave: produce una banalización de herramientas teórico-clínicas, y al mismo tiempo contribuye a la estigmatización de personas usuarias de los servicios de salud/salud mental o que padecen de determinada problemática en su salud.
  5. La política y las personas que la ejercen deben ser caracterizadas o criticadas desde parámetros políticos, y no desde prejuicios (psico)patológicos. La divulgación de aspectos de la salud de una persona, aun al tratarse de especulaciones infundadas, constituye una violación al derecho a la intimidad y una contravención de las leyes de derechos del paciente, y de otras legislaciones específicas como la de Salud Mental.
  6. Las personas capacitadas y tituladas en las disciplinas sanitarias –trabajadores, profesionales o especialistas en salud/salud mental– no están autorizadas a opinar acerca de situaciones clínicas que no les competen, y mucho menos a extrapolar conceptos, análisis o caracterizaciones por fuera de una situación terapéutica. Esto constituye una falta grave, en tanto se tratará siempre de especulaciones silvestres.

En un año electoral tan crucial para nuestra democracia y para la situación política de nuestro país exigimos mayor responsabilidad a periodistas y comunicadores sociales, como así también requerimos a todos los colegas de distintas disciplinas afines un obrar ético y acorde a las normativas vigentes en salud, salud mental y derechos humanos. Por último demandamos de nuestros representantes y funcionarios gubernamentales la responsabilidad y seriedad que el voto popular les ha conferido y que demanda este tiempo, y por ello rechazamos toda degradación del debate político por vía de especulaciones infundadas que utilicen aspectos de la salud/salud mental como modo de legitimación.

Evaluemos y critiquemos a nuestros dirigentes políticos por su accionar político, por su trayectoria en la vida pública y por sus acciones de gestión.

Hagamos respetar los marcos legales y éticos de nuestras disciplina, no permitiendo el uso irresponsable, especulativo e ilegal de las teorías y métodos en que se funda nuestro conocimiento y nuestro aporte a los procesos de salud basados siempre en un paradigma de Derechos y Derechos Humanos.

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