Festival Paraná Vive
Crónica del Espacios de Paseos y Salidas de nuestro hospital. Porque de salir al mundo se trata...
De ida, todos en cole. De vuelta, algunos en remis… el paseo
había dejado tal sensación de satisfacción que a algunxs ya no les quedaba
energía para el traqueteo del transporte público y a otrxs el caudal monetario
para darse el gusto de volver en auto. Sin embargo, la sonrisa en nuestras
caras era la protagonista de la ocasión, ya que aquella salida había sido todo un
éxito.
En la asamblea previa al paseo surgió la idea de ir a un evento cultural. Allí emergió la posibilidad de ir al Festival Paraná Vive que se iba a realizar en la costanera paranaense. Luego de las respectivas averiguaciones se puso en marcha el paseo.
El viernes 11 de mayo, cerca de las 17 varixs nos fuimos agrupando en la entrada del hospital con la ilusión de pasar una tarde al aire libre, compartir nuestras presencias y algún que otro bocado rico. Las estampas eran variadas… algunxs muy abrigadxs, ya que los primeros fríos nos agarraron de sorpresa; otrxs con aires de actores y actrices de cine, con gafas y atuendos oscuros.
Apenas llegamos al festival, cerca de las 18, nos encontramos con la grata noticia de que nos dejaron pasar sin pagar la entrada. Cierta alegría nos inundó, como augurando lo que vendría. Sin muchos presentes aún, copamos la parada y empezamos a recorrer los “food-trucks” o carribares, como se decía hasta hace poco. Miramos las artesanías, hicimos una parada técnica en los baños y seguimos recorriendo el lugar. Lxs más caraduras, encararon para el escenario y hasta se dieron el lujo de contar qué andábamos haciendo. El resto, alquiló balcones para observar la caída del sol en nuestro río, que parecía una postal de esas que se ven en las revistas.
Ya entrada la nochecita, para no perder las mañas, nos dispusimos a degustar las ofertas gastronómicas. Algunxs de a dos, otros de a tres, fuimos armando equipos para embestir las opciones de menúes, hacer nuestros pedidos y organizarnos con el dinero. Siempre están lxs que no dudan, como si hubiesen estado imaginando todo el día qué pedir, y lxs indecisos que titubean. Por suerte, el hambre y las ganas de compartir nos ayudaron a elegir.
Un abanico de platos se hizo presente en la mesa de mantel blanco que nos congregaba: empanadas, hamburguesas, sándwiches de asado, choripanes, pizzetas, y no podía faltar quien quiso su chorizo tan solo al plato. Alguien pidió que comiéramos de su fuente, “con ella”, como contraseña del compartir. ¡Es que no a todxs nos gusta lo mismo!
Entre chistes, bailes, carcajadas, poses para la cámara del celu pasó la tarde. La escena era tan amigable, entre banderines y luces de colores, que más de unx no se quería ir, pero hubo a quien se le notó más y hasta puso el grito en el cielo. Luego de ciertos acuerdos y reconciliación, nos volvimos con las panzas y los corazones llenos y contentos.
A la vuelta, a alguien le sobraba un dinero extra, pero entre susurros y complicidad, se concretó por segunda vez “la trampita” de quedarse con algunos pesitos para los puchos y caramelos. Todos indicios de que aún en Paraná estamos vivxs…