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Alejandro Ruiz. “El problema no es que haya o no consumo, la cuestión es cuando éste se vuelve problemático.”
Entrevista al Lic. Alejandro Ruiz, director del HESM, para interiorizarnos respecto al tratamiento de las adicciones en la institución.
En el marco del tema especial de la edición abril del boletín institucional Sin Chaleco, dialogamos con el director del Hospital Escuela de Salud Mental, Lic. Alejandro Ruiz para interiorizarnos respecto al tratamiento de las adicciones en nuestra institución en particular y las políticas públicas en que se enmarcan.
¿Cuál es su opinión respecto a la Ley Nacional de Salud Mental y su abordaje de las adicciones?
Hay que admitir que la incorporación de las adicciones al campo de la Salud Mental complejiza la clínica. De lo contrario, sería renegar de la complejidad que supone nuestro trabajo. Es un tema que debemos abordar y pensar como una problemática más de Salud Mental y no como una problemática delictiva o penalizable, pero eso no implica que sea sencillo. Tenemos que incorporar la noción de complejidad al trabajo que hacemos porque si no nos tenemos que dedicar a otra cosa. Nuestro trabajo es en y con la complejidad.
Me parece que hay que hacer una distinción fundamental. Una cuestión es el consumo problemático de sustancias que significa algo así como que el consumo trastoca la vida cotidiana del sujeto: le impide trabajar, le complica el sostenimiento de la vida familiar, le dificulta el estudio, etc. Y otra cosa es el consumo como cuestión periférica o lo que se denomina “consumo social”. Un gran error es meter todo en la misma bolsa. En esto hay que afinar los diagnósticos. El problema no es que haya o no haya consumo, la cuestión es cuando éste se vuelve problemático.
Hay que admitir que la incorporación de las adicciones al campo de la Salud Mental complejiza la clínica. De lo contrario, sería renegar de la complejidad que supone nuestro trabajo. Es un tema que debemos abordar y pensar como una problemática más de Salud Mental y no como una problemática delictiva o penalizable, pero eso no implica que sea sencillo. Tenemos que incorporar la noción de complejidad al trabajo que hacemos porque si no nos tenemos que dedicar a otra cosa. Nuestro trabajo es en y con la complejidad.
Me parece que hay que hacer una distinción fundamental. Una cuestión es el consumo problemático de sustancias que significa algo así como que el consumo trastoca la vida cotidiana del sujeto: le impide trabajar, le complica el sostenimiento de la vida familiar, le dificulta el estudio, etc. Y otra cosa es el consumo como cuestión periférica o lo que se denomina “consumo social”. Un gran error es meter todo en la misma bolsa. En esto hay que afinar los diagnósticos. El problema no es que haya o no haya consumo, la cuestión es cuando éste se vuelve problemático.
Hay que recordar que previo a la ley ya se estaban atendiendo en las instituciones esta problemática. La ley viene a dar el marco legal para decir que deben ser atendidos en las instituciones de salud. Creo, de todas maneras, que es un tema que se fue intensificando; se fue transformando progresivamente.
¿Cuál es el paradigma bajo el que pensamos el abordaje de las adicciones en nuestro hospital?
Así como otras problemáticas de Salud Mental que, en algún momento y como último recurso terapéutico, requieren internación; en esto es igual. Cuando la gravedad del caso amerita una internación -porque todas las anteriores estrategias terapéuticas fracasaron- hay que proceder a eso. De otra manera, si tomáramos en un nivel general el tema de las adicciones desconociendo su consumo problemático, necesitaríamos muchos hospitales y camas para tal número de internaciones.
Así como otras problemáticas de Salud Mental que, en algún momento y como último recurso terapéutico, requieren internación; en esto es igual. Cuando la gravedad del caso amerita una internación -porque todas las anteriores estrategias terapéuticas fracasaron- hay que proceder a eso. De otra manera, si tomáramos en un nivel general el tema de las adicciones desconociendo su consumo problemático, necesitaríamos muchos hospitales y camas para tal número de internaciones.
Después tenemos los dispositivos específicos para el tratamiento de las adicciones: Por un lado, Centro Huella, servicio ambulatorio que depende de nuestro hospital y que funciona en la zona sur de la ciudad, poniendo el acento en el trabajo territorial. Y, por otro lado, el GIA Grupo Institucional de Alcoholismo y Otras Adicciones, -nombre que se reformó a partir de registrar que otras adicciones, además del alcoholismo, se convirtieron en endémicas. Hoy sabemos que el 95% de la estadística nos dice que el consumo siempre es asociado, por lo que atender solamente el alcoholismo no es suficiente.
¿Qué reflexión puede realizar en relación a los protocolos de acción o procedimientos en estos casos?
Creo que los protocolos hay que tenerlos y no sacralizarlos. En algún punto dan un cierto ordenamiento, más allá de que hay una serie de cuestiones singulares que no pueden ser contenidas en un protocolo. No hay que burocratizarlo pero, aún así, sin protocolo es todo muy genérico y sin cierto ordenamiento.
Creo que los protocolos hay que tenerlos y no sacralizarlos. En algún punto dan un cierto ordenamiento, más allá de que hay una serie de cuestiones singulares que no pueden ser contenidas en un protocolo. No hay que burocratizarlo pero, aún así, sin protocolo es todo muy genérico y sin cierto ordenamiento.
¿Qué opina sobre la noción de peligrosidad que continúa asociándose a las personas con consumo problemático?
Yo creo que la noción de peligrosidad es necesaria socialmente. Creo que la sociedad en su conjunto necesita ubicar a alguien como peligroso. La historia dice eso. Antes ese lugar lo ocupaban los locos. Me parece que el lugar del peligroso es el lugar que alguien tiene que ocupar porque la sociedad lo necesita. Ahora es el lugar del llamado adicto y en otro momento será otro. En términos ideales creo que colaboraría a nivel institucional abordar en alguna jornada la noción de peligrosidad.
Yo creo que la noción de peligrosidad es necesaria socialmente. Creo que la sociedad en su conjunto necesita ubicar a alguien como peligroso. La historia dice eso. Antes ese lugar lo ocupaban los locos. Me parece que el lugar del peligroso es el lugar que alguien tiene que ocupar porque la sociedad lo necesita. Ahora es el lugar del llamado adicto y en otro momento será otro. En términos ideales creo que colaboraría a nivel institucional abordar en alguna jornada la noción de peligrosidad.
A propósito, ¿qué piensa usted del supuesto de que los trabajadores de nuestra institución no están preparados para la atención de las adicciones?
Creo que hay algún grado de déficit en la formación. De hecho, hace poco se incorpora como problemática específica al campo de la Salud Mental. Hay una agrupación -AUAPSI, Asociación de Unidades Académicas de Psicología- que agrupa a todas las Carreras de Psicología de Universidades Públicas de Argentina y Uruguay y que, en un documento que publicaron en 2016, definen incorporar a la temática como formación específica. Esto ocurre evidentemente porque hay un déficit en la formación curricular. Pero yo no lo pondría como único factor. Existe, pero no alcanza para decir que no podemos hacer nada con eso porque no tenemos formación. Al menos debemos poder orientar o articular un tratamiento.
Creo que hay algún grado de déficit en la formación. De hecho, hace poco se incorpora como problemática específica al campo de la Salud Mental. Hay una agrupación -AUAPSI, Asociación de Unidades Académicas de Psicología- que agrupa a todas las Carreras de Psicología de Universidades Públicas de Argentina y Uruguay y que, en un documento que publicaron en 2016, definen incorporar a la temática como formación específica. Esto ocurre evidentemente porque hay un déficit en la formación curricular. Pero yo no lo pondría como único factor. Existe, pero no alcanza para decir que no podemos hacer nada con eso porque no tenemos formación. Al menos debemos poder orientar o articular un tratamiento.
A partir de las dificultades en la convivencia entre los usuarios internados en las diversas salas, ¿es posible pensar un espacio físico específico exclusivo para las personas con consumo problemático? ¿Podría esto ser beneficioso? ¿Cuál sería su fundamento?
Desde la dirección del hospital, con la colaboración de algunos residentes, mandamos un proyecto a la Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones en noviembre de 2016 estrictamente para garantizar una atención diferenciada de internaciones agudas de pacientes con adicciones y síndromes de abstinencias, que demandan requerimientos clínicos diferenciales. Este proyecto fue rechazado en febrero de este año porque la Dirección Nacional de Salud Mental expresó que “no va a invertir ningún dinero en hospitales monovalentes”.
Desde la dirección del hospital, con la colaboración de algunos residentes, mandamos un proyecto a la Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones en noviembre de 2016 estrictamente para garantizar una atención diferenciada de internaciones agudas de pacientes con adicciones y síndromes de abstinencias, que demandan requerimientos clínicos diferenciales. Este proyecto fue rechazado en febrero de este año porque la Dirección Nacional de Salud Mental expresó que “no va a invertir ningún dinero en hospitales monovalentes”.
¿Qué hace falta para abordar las adicciones hoy en nuestro hospital en función de dar respuesta en la complejidad y la singularidad de la problemática?
Este proyecto oportunamente presentado, al que hago mención, no era malo. Era referido particularmente a Sala de Hombres porque la incidencia estadística es mayor. Eran dos habitaciones en cada sala –C y D– con un equipo propio diferenciado, con una cantidad de insumos necesarios para el tratamiento y demás particularidades. No hay manera de concretarlo si no es mediante una partida extra exclusivamente destinada a tal fin.
Este proyecto oportunamente presentado, al que hago mención, no era malo. Era referido particularmente a Sala de Hombres porque la incidencia estadística es mayor. Eran dos habitaciones en cada sala –C y D– con un equipo propio diferenciado, con una cantidad de insumos necesarios para el tratamiento y demás particularidades. No hay manera de concretarlo si no es mediante una partida extra exclusivamente destinada a tal fin.