Institucionales

Sin Chaleco Agosto: Ser trabajadora de salud y población de riesgo

El relato de una compañera de trabajo que cumple su aislamiento como población de riesgo para el COVID-19

Soledad Escoubué es trabajadora del hospital. Forma parte de los grupos de riesgo que deben aislarse para preservar su salud. En este texto nos relata sus sensaciones al no estar trabajando en media de la pandemia por COVID-19.

 

Ser población de riesgo ha tenido diferente etapas, como la pandemia. Los sentimientos han sido ambiguos, contradictorios y poco claros.

En la primera parte, creí que podría seguir reproduciendo mis funciones como si nada hubiese cambiado. Luego, vino el colapso emocional de sentir que no podía nada.

El miedo y la culpa fueron de la mano casi todo el camino. El fantasma de perder el trabajo por ser ésta una crisis mundial donde los primeros “blancos”, supuse, seríamos los que “no estamos sirviendo de mucho”. O miedo a “quedarse afuera”, donde aparezca alguna evidencia que demuestre que en realidad no somos necesarias y que el hospital puede per­fectamente prescindir de nosotras sin que nadie lo note. Al mismo tiem­po, miedo al enojo de lxs compañerxs por verse recargadxs de tareas que nosotras no hacemos.

Impotencia de tener ideas, aportes… pero no poder expresarlos ni poner­los en discusión. Porque claro ¿qué puedo saber yo de este momento de la salud pública, si estoy encerrada dentro de estas cuatro paredes?

Algunas preguntas que me desvela­ban: ¿No voy a ir a trabajar en todo el año? ¿Qué van a pensar de mi? ¿Soy una “ñoqui”? .

Lo que me rescató fue poder hablar de esto e intentar entender que no sólo hay dos caminos “todo o nada”. Que nadie sabe bien qué hacer en una pandemia porque nuestra ge-neración nunca la vivió. Y también, porque el contexto es dinámico y lo que se acuerda hoy, quizás ya no sirva para mañana. Entonces, aparecieron compañeras que te contaban cómo iba yendo la cosa...y la posibilidad de generar aportes también desde otros lugares. Y largas charlas acerca de las prácticas de cuidados de nuestro sistema de salud y lo importante de abrazar eso y no renegar. Que en rea-lidad la licencia para las poblaciones de riesgo es una conquista, es un derecho…es un modo de humanizar­nos, cuidarnos y solidarizarnos. Que hoy soy yo, pero claro podrías haber sido vos.

Fue un tesoro tener cerca aquiénes pudieron poner alegría y creatividad a pesar del contexto. Y pude ver con claridad lo nocivo de la rigidez en el trabajo con otros. Pude ver desde otras perspectivas el concepto de “productividad en salud mental”. ¿Cómo medirlo? ¿Productivo para quién?

 La incertidumbre sigue, pero las palabras de compañeras que te alien­tan a entender que, si bien nadie es indispensable, quienes apostamos a la salud pública, nos reinventamos y acompañamos para encontrarle la vuelta.

 Quizás pueda facilitar este tránsito la socialización de qué y a quiénes con­templa la licencia por COVID en nues­tra institución. Y también la charla más singular con estas poblaciones para poder saber, según cada caso, en qué cuestiones se podría aportar. Porque entre el todo y la nada, debe haber algunos caminos posibles.

Soledad Escoubué.

Integrante del equipo de Comunicación Social del HESM

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