¿Cómo ve el tratamiento que se está dando al tema pandemia/jóvenes/nueva ola de contagio?

 Siempre hubo una tendencia a estigmatizar a los jóvenes, a ponerlos “bajo sospecha”. Pareciera ser el camino más corto, y en general el que elige el mundo adulto cuando se trata de delegar responsabilidades en relación a las tareas pendientes que nos debemos con el mundo juvenil. Con esto quiero decir que “los jóvenes son el reflejo de los adultos que somos”, donde “el otro” está ausente y solamente se privilegian actitudes individualistas. Este es el mundo adulto, el de las antivacunas, el que pone en duda todo el tiempo si es verdad o no la existencia de un virus que ha modificado el mundo entero, y sobre todo nuestro mundo de relaciones. Pedirles a los jóvenes que den cuenta de esto sin analizar nuestras propias conductas, es pedirles demasiado. Son nuestro reflejo.

 Considero riesgoso seguir sosteniendo e incrementando una opinión pública desfavorable y descalificatoria hacia los jóvenes porque abriría el juego a otros frentes de los que siempre se los acusó: la inseguridad y con ello abrir el debate (recurrente para algunos sectores), de la baja en la imputabilidad de los menores.

Estamos en un grave contexto social (pese a las políticas públicas instrumentadas por este gobierno), y una gurisada que no tuvo clases presenciales durante el año académico pasado. Esto requería de pensar y repensar escenarios donde los y las jóvenes “metabolizaran” los necesarios rituales que quedaron rotos, truncos u obstaculizados como son el encuentro con sus pares, las despedidas de año, los viajes y todo aquello que forma parte de una cultura juvenil, y dónde la escuela es el lugar preminente del encuentro.

El desafío de privilegiar el derecho a la salud no nos dejó avizorar y anticiparnos a los comportamientos que podíamos prevenir. Afirmar una perogrullada que “las juventudes son una etapa de rebeldías, de audacias, y esquiva a las normas” nos debía marcar el rumbo al mundo de los adultos de hacernos " cargo" de orientar en cada hogar, en cada trinchera de aula inventada, en cada política educativa y pública, de las implicancias del “cuidado del otro”.

Resulta simplista, lineal e irresponsable endilgarles a los pibes y pibas la responsabilidad de un virus que ha desafiado a la ciencia médica.

Las ciencias humanas y sociales tienen que aportar mucho a un debate pendiente, y es cómo resolver la fraternidad y la amistad social en esta nueva humanidad por construir hacia aquellos que nos preceden. Sin estigmatizaciones, sin culpabilizaciones, sin ensombrecer lo mejor que tenemos: los chicos y las chicas.

Tenemos una interpelación presente y desde la docencia, y es trabajar en la construcción de una pedagogía del encuentro, de transmitir una Pedagogía del Cuidado, y desde una perspectiva del derecho en una ESI que no ponga el acento en la individualidad sino en la persona humana que reconoce al “otro” como una singularidad y originalidad que hay que proteger. Los jóvenes aprenderán a “proteger -nos” si nosotros los protegemos como adultos que somos.

Y especialmente poner la mirada en los muchachos y muchachas más desprotegidos, en los que pareciera “nos molestan”, los ausentes de la mirada cotidiana. Muchos de ellos y ellas serán una “incógnita” cuando regresemos a la escuela de la presencialidad (de la que nunca nos fuimos ni abandonamos), pero que requerirá esfuerzos mayores, gran creatividad, paciencia y militancia.

 En mi labor diaria me encuentro con jóvenes que se cuidan y cuidan de otrxs familiares y del hogar, que trabajan, algunos en emprendimientos propios producidos en el contexto de pandemia. Muchxs elaboraron creativas estrategias para sortear los obstáculos que se presentan a la hora de sostener la escolaridad o los estudios bajo la modalidad online. Jóvenes que hacen terapia para construir formas de convivir con adultxs que tienen dificultades en el ejercicio de su rol. Jóvenes fuertes y creativos resistiendo en un contexto difícil de discursos y miradas adultocéntricas, que enfatizan en generalizar el accionar de algunos de ellxs para responsabilizar a “todxs lxs jóvenes” por la circulación del virus, perdiendo de vista los aportes de la juventud y la existencia de adultxs que cesaron en las medidas de cuidados o que nunca las sostuvieron.  

ROSA MARIA RAMIREZ: Profesora de Filosofía, Psicología y Pedagogía. Especialista Superior en Docencia Para Alumnos en Alto Riesgo Social. Licenciada en Ciencias de la Educación. Ha desarrollado actividades docentes en nivel secundario y sus modalidades, y en la educación superior (universitaria y no universitaria). En el Consejo General de Educación ha formado parte de los equipos técnicos de diversas direcciones y coordinaciones. Actualmente Coordinadora Pedagógica del Complejo Escuela Hogar “Eva Perón”, de Paraná.