La Casa de Medio Camino, como dispositivo para abordar externaciones de personas de nuestro hospital, funciona desde el 2018.

En abril de ese año se inauguró, con mucha expectativa de pensarla como parte de un andamiaje de propuestas sustitutivas a la institución manicomial, así como lo plantea la Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657.
 

Se trata de un espacio que aloja a aquellos usuarios y usuarias que, luego de internaciones prolongadas y por distintas circunstancias, han perdido el lazo con su familia y sus referentes, restableciendo vínculos y/o construyendo otros, acercando posibilidades de acceso a un trabajo y proyectando una vida en comunidad afuera de la institución.

Generar estrategias para recuperar parte de esa historia y construir proyectos de vida en conjunto con los/as usuarios/as, desde un Enfoque de Derechos Humanos, es parte del trabajo que acompaña el equipo interdisciplinario conformado por la Terapista Ocupacional Sol Reali, las Trabajadoras Sociales  y Esp. En Salud Mental Liza Bendedetti y Franca Jaime Cavallero, la psicóloga y Esp. En Salud Mental Nadia Eurich, la médica y Esp. En Salud Mental Pilar Domínguez, el enfermero César Romero y el Acompañante Terapéutico Danilo Müller.  Residentes y estudiantes también realizan sus prácticas formativas en el espacio; así como también forman parte lo/as Acompañantes Terapéuticos de lo/as usuario/as que habitan la casa.

Sabemos que aquel grupo de personas que se mudó a la casa por primera vez, no es el mismo que la habita hoy. A alguno/as de ello/as “la casa” les permitió poder estar hoy viviendo en “sus casas”. Es decir, el dispositivo les funcionó como un puente en el medio del camino de aquella institución total (que es el hospital) y el vivir autónomamente en una casa particular, como cualquiera de nosotro/as.

Juan, luego de 4 años viviendo en el Hospital, con 15 años de tratamiento en Salud Mental y 8 internaciones, a sus 42 años de edad llegó a la Casa de Medio Camino donde se encontró con el desafío de construir un afuera con otros, un compartir, un habitar y más tarde un proyectar. Hoy hace un año que vive en su casa, recuperando algo de su historia y habitando el hogar en el que vivió con su madre en la ciudad de San Benito.  Con miedos y  ansiedades pero, a la vez, con apuestas y alegrías el equipo acompañó ese deseo.

En el caso de Mariana, habiendo transitado un año de internación, la apuesta de este pasaje fue más acompañado. Con idas y venidas, poniendo pausas donde había prisa y apresurando donde había detenimientos. Su proyecto era poder irse a vivir con sus hijos, proyecto que se concretó recientemente en una pequeña casa de la ciudad.

Es así que apareció la pregunta ¿Cómo han sido vividas esas externaciones en el dispositivo?

Allí es cuando entramos en el laberinto de delimitar cómo y qué contar de esos procesos singulares sin vulnerar la intimidad y el secreto profesional, sin caer en las trampas de “lo cuantitativo” en términos de la eficiencia o eficacia del  dispositivo.

Externar es un término que usamos en el campo de la salud para decir que alguien es dado de alta, sale de una internación, se va a su casa. Pero en una internación prolongada en un manicomio, en un encierro, pensar una externación implica complejizar las variables y las apuestas, y esas son, tan particulares como habitantes tiene la casa.

Acerca de las complejidades para abordar esos habitares en nuevas casas, “las variables que se repitieron fueron las de las dificultades económicas, la falta de bienes indispensables para mudarse, las condiciones y requisitos para alquilar, la dificultad de conseguir un trabajo, además de las vicisitudes que ocasiona haber estado internado en un hospital psiquiátrico”.

En  cada experiencia pudimos acompañar y ser testigos de lo imprevisible que acontece “viviendo”, y que la autonomía no tiene tanto que ver con poder solo, sino con contar con otros en los momentos donde la vida se vuelve difícil.

Entendemos que la eficacia del dispositivo se mide en dignidades y derechos, y que sólo son necesarias algunas condiciones de posibilidad para que alguien pueda. 

Celebramos las partidas y también las llegadas, vamos en camino.

Agradecemos a las trabajadoras que siempre dispuestas nos invitaron a compartir el trabajo realizado.