¿Conocés Centro Huella?
Un artículo que describe a este dispositivo descentralizado de atención en adicciones y sus modalidades de admisión.
Centro Huella es un dispositivo descentralizado, dependiente del Hospital Escuela de Salud Mental, que se ubica en la zona sur de la ciudad de Paraná y ofrece en forma gratuita un abordaje clínico-territorial de la problemática de adicciones. Desde la mirada clínica, diferentes dispositivos de atención dan alojamiento a la demanda: espacios grupales para usuarios y/o sus familiares, individuales y talleres. Desde lo territorial, el trabajo se encuentra organizado en Programas: Programa “Entre Lazos” recorre los Centros de Salud y otros dispositivos de atención APS, estableciendo redes para un abordaje complejo y descentralizado cuando la situación así lo exige; Programa “Entre Todos”, realiza tareas de Promoción de la Salud y detección temprana de problemáticas de consumo en las familias en diferentes puntos barriales de la ciudad de Paraná con estrategias de actividades recreativas y talleres participativos; Programa “ENTERATE”, de problematización del consumo en Escuelas Secundarias, realiza detección temprana, establece redes con las instituciones educativas e instrumenta a docentes y padres para ampliar la mirada hacia los concepto de “proyecto de vida”, “vida saludable”, “salud mental”, etc. Un equipo interdisciplinario lleva adelante la tarea diaria, con profesionales de Psiquiatría, Medicina Clínica, Psicología, Trabajo Social, Op. En Psicología Social, Enfermería, Terapia Ocupacional y Comunicación Social. Datos de contacto: Manuel Gálvez 215 Tel: 0343-4206239 Mail: centrohuella@hesm.gob.ar Página de facebook, Twitter, Youtube: Centro Huella Paraná Horario de atención: de lunes a viernes de 7:00 a 18:00 hs La “ADMISIÓN” como primer acercamiento al “consumo problemático”: una mirada desde el Trabajo Social. La Admisión en Centro Huella intenta alojar al sujeto que llega por primera vez a la institución. Ese encuentro se da en un tiempo y espacio determinado, no rigidizado, pero sí con la intención clara de interrogar la demanda, alojar, dar lugar, escuchar, pensar y “pensarnos” junto a ese “otro” que busca, que necesita. Desde este lugar no es prioridad el completar datos ni es la previa a una historia clínica. Esta “admisión” es el comienzo de un camino. Para muchos, será la primera vez en lograr poner en palabras lo que molesta, lo que no se problematiza o calla, “eso que me pasa cuando consumo, eso que me pasa y por lo que consumo”. Como agentes de Salud Pública, ¿qué priorizamos?, ¿la imperiosa necesidad de responder, de cumplir con lo administrativo, de bajar la lista de espera?, ¿la necesidad de cuantificar cuántas personas atendemos, responder a las solicitudes de estadísticas? Como agentes de la salud pública el encuentro con ese “otro” es el lugar donde la palabra toma valor y ese sujeto no es un número, sino alguien con historia y cotidianeidad, con derechos y demandas. Desde este lugar la admisión se piensa, se construye y se interpela. Porque “admitir” resignifica la posibilidad de acompañar, organizar esa demanda, alojar en el espacio apropiado y en ese lugar de contención que el sujeto busca. En el hacer profesional, trabajamos para que ese sujeto ponga en juego su palabra y de lugar a su propia voz interpelando el problema, dando forma a la demanda, y así superar lo discursivo que aparece desde lo judicial, lo familiar, o social. Aquello de lo cual no ha podido apropiarse, pero repite como palabras que no hablan de sí mismo y de su historia personal. Revisar nuestras prácticas como agentes de salud, es una manera visibilizar a quien recurre al espacio de admisión. Escuchar objetivamente, enmarcar las decisiones con el otro, empoderarlo en la posibilidad de transitar procesos saludables junto a espacios de acompañamiento terapéutico. Nuestras prácticas pueden definir, dar forma, a lo que llega desordenado, sin forma, sin deseo, sin demanda, sin existencia. Como Trabajadoras Sociales, y en el espacio interdisciplinario de admisión, la construcción de la vida cotidiana posibilita nuestro hacer con el otro. Posibilita distintas estrategias o herramientas que nos vinculan a lo territorial, al ámbito familiar, laboral, la construcción de redes, el descubrimiento de los recursos propios del sujeto, fortalecer aquellos vínculos que llegan desgastados y deteriorados. Esto nos permite despejar lo que aparece como único problema, “el consumo, la cuestión de la sustancia, la droga, la falopa, la alita, el faso, la birra, la junta….”. Contextualizar la demanda, historizar ese otro en su contexto, es el desafío. Posicionarnos para abordar dentro de un espacio de admisión eso del “consumo problemático”. Ese “cuco” que aparece como la gran nube que desfigura muchas veces la vulnerabilidad real de quien acude a la institución buscando “sanar, zafar, escapar” y no ha podido comunicar, poner en palabras lo que duele. En este camino buscamos marcos referenciales para abordar e intervenir, y lograr un punto de convergencia que permita comprender la diversidad de prácticas, pero también la existencia del otro en un texto-contexto que lo vincula o desvincula en lo cotidiano. El consumo es parte del sujeto, por lo tanto intentamos ubicarlo en esa totalidad donde puede ser entendido, o no, como problemático para él, puede darle significado o no. La relación que el sujeto construya con la sustancia es lo que se irá develando en el tránsito por la institución y por los espacios siguientes a la admisión. El desafío aquí sería poder dar un lugar a la demanda, superando la mera necesidad de responder a un oficio judicial, y así poder identificar el lugar de la angustia. No negar el consumo, sino por el contrario, debatir e interrogarnos en cada admisión acerca de la estrategia a construir juntos. Cuestionar el lugar que ocupa ese consumo y qué contexto de vulnerabilidad obstruye o anula al sujeto en tanto no logra vincular su vida por fuera de la sustancia; en suma, qué significaciones hay en ese consumo. El desempleo, la fragilidad vincular, las fragmentaciones familiares y sociales en general, la pobreza, la precarización laboral, la injusticia, las violencias sociales, la imposibilidad de acceso a todo aquello que haga a la dignidad, la salud y educación de las personas, son factores de riesgo y determinantes en las elecciones de cada persona. Por esto entendemos que hablar de consumo problemático en un espacio de admisión, nos recuerda que somos efectores de la Salud Pública, que la salud mental es parte de ella y que el consumo problemático no es una especialización. La Salud Pública y su atención requieren entender al sujeto como ser integral y desde esta perspectiva la admisión para nosotros, como Trabajadores Sociales, trata de la escucha y la oportunidad de alojar al sujeto con su historia, su cotidianeidad, y su texto-contexto particular. Lic. Kinder Roxana Lic. Militello Ayelén Centro Huella, HESM Ministerio de Salud Pública de Entre Ríos.