[Entrevista] Visita del Director Nacional de Salud Mental al hospital
El flamante Director Nacional de Salud Mental y Adicciones, Ps. Luciano Grasso visitó el HESM y respondió a nuestras inquietudes.
Luciano Grasso es quien está al frente de la Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones. Es de Tandil (una ciudad del interior de Buenos Aires). Es operador en psicología social, psicólogo y trabajador del campo de la salud. El jueves 15 de marzo visitó nuestro hospital, junto a otros efectores de salud, como recorrido previo a su participación en el 1° Encuentro Nacional de Órganos de Revisión de la Ley de Salud Mental. Recuperando el contexto en el que llega a la Dirección Nacional –previa renuncia del Director anterior- relata: “Se dieron dos circunstancias paralelas: por un lado un momento de ebullición en el campo de la salud mental por la ley pero, también, coincidió con un momento donde asumió el nuevo Ministro de Salud. Como todo funcionario quiso armar su propio equipo de trabajo. El posicionamiento del ministro Rubinstein propone un modelo de salud que tiene que ver con la salud familiar comunitaria. Entendemos que hay una coherencia entre cómo se piensa la salud mental comunitaria -con base en lo territorial, trabajo desde una mirada integral, intersectorial e interdisciplinaria- con un modelo de salud familiar comunitaria que privilegia el cuidado de una manera integral con las personas, las familias, las comunidades. En ese sentido, el ministro pretende que haya un área a nivel nacional de salud mental que vaya en concordancia con su modelo de salud y, es a partir de ahí, que llega la propuesta para que lo acompañe. Mi llegada a la Dirección tiene más que ver con cómo él tiene pensando llevar adelante las líneas de acción en materia de salud en general -lo que es algo, si se quiere, inédito y entusiasma. Si bien nuestro país tiene una historia muy rica en materia sanitaria en cuanto a la responsabilidad del Estado en la salud de las personas, sabemos que venimos de un modelo más hospitalocéntrico que privilegia la atención y la asistencia con una mirada centrada en la enfermedad. La historia ha demostrado que no se ha podido ayudar a la gente en las problemáticas de salud desde esta perspectiva.
Por lo tanto; una estrategia de salud familiar y comunitaria que aborde el proceso de salud-atención-cuidado en el territorio, de manera interdisciplinaria, con la participación horizontal de las distintas profesiones, actores y sectores de los territorios donde las familias viven; creemos que es la línea por donde debemos avanzar.
No se puede hacer de un día para el otro. Tenemos un modelo que nos ha formado para otra cosa y no me refiero solamente a los médicos, esto pasa en todas las disciplinas. El camino no es sencillo pero está claro que de la otra manera no se resuelven los problemas y hay que avanzar hacia un modelo q privilegie el autocuidado, por fuera también del campo de la salud tradicional y, en el caso de la salud, que se piense de manera integral, respetando la autonomía de las personas y la no medicalización de la vida de las personas. Por supuesto que los otros niveles de atención y complejidad, tienen que estar garantizados y de la mejor manera posible, con servicios de calidad desde lo público, pero está claro que hay que trabajar desde otra mirada y esa es la propuesta del Ministerio de Salud. Y la salud mental comunitaria va en ese camino.”
En relación a los ejes en los que su gestión podrá el acento, Luciano Grasso expresó:
“Hay que avanzar hacia un modelo que pueda desencadenar procesos de reformas en la modalidad de atención y modelos de organización en materia sanitaria que generen servicios que acojan los problemas de salud mental en el primer nivel de atención y, sobre todo, en los servicios de salud general. Esto supone romper con un posicionamiento que tiene una historia que ha dejado a la salud mental en un segundo plano y además, que pretende disminuir los problemas de salud mental del resto de los problemas de salud, lo que ha contribuido con una estigmatización y discriminación de la problemática. Hay que integrar el campo de la salud mental al campo de la salud. Y esto implica que los trabajadores de salud mental puedan integrarse y dialogar con el resto de los profesionales de la salud y, sobre todo, el trabajo de esos otros profesionales para que puedan entender que somos sujetos integrales, la famosa definición bio-psico-socio-cultural, y que por lo tanto, la subjetividad de un sujeto que padece algún problema que podamos llamar más del orden de lo biológico, es parte también de su tarea. Ese encuentro o reencuentro es fundamental.
Que la salud mental se pueda abordar en el marco de un abordaje integral de los problemas de salud en los primeros niveles de atención.
Existe un modelo imperante en salud mental que privilegia el monovalente, las internaciones prolongadas y, en muchos casos, la medicalización y el psicofármaco como única respuesta posible. Esto existe, en parte, porque no se ha avanzado en el abordaje de la salud mental de manera integral, tratando de acompañar los padecimientos y el estado de bienestar o malestar de las personas en el territorio. El manicomio surgió para intentar resolver los problemas de salud mental severos. En términos de prevalencia el porcentaje es pequeño. En realidad, los problemas principales de las subjetividades de las comunidades tienen que ver con otro tipo de problemas, más de los psicosocial, que podrían abordarse en el primer nivel de atención.
Por otro lado, la intersectorialidad. Es ahí donde tenemos que hacer varios movimientos:
Uno: salir del médico como el único responsable de los problemas de salud mental y pasar al equipo interdisciplinario.
El segundo descentramiento es entender que no solamente los profesionales de salud podemos resolver los problemas, está demostrado que no alcanza y necesitamos de otros sectores.
Otra cuestión, entender que uno de los que más sabe de los problemas de salud mental es el que tiene el padecimiento. Reconocer que ahí hay un conocimiento que nosotros no tenemos. Esto iImplica el descentramiento de la histórica verticalidad de la relación médico-paciente, donde el paciente es el sujeto pasivo que no sabe y debe obedecer un tratamiento.
Finalmente, la familia o los referentes, son parte fundamental en un tratamiento.
Si pensamos que tenemos que adaptar los monovalentes en términos de la ley de salud mental, también tenemos que transformar, en los hospitales generales, las guardias y las salas de internación en estos hospitales, para que las internaciones puedan hacerse ahí.
Hay muchas experiencias en ambos casos, tanto en el primer nivel de atención como en hospitales generales. Y son exitosas. Pero en la medida en que siga existiendo el hospital monovalente, el hospital general se sigue desentendiendo. “
Postura en relación a ley nacional de Salud Mental y la discusión
“La ley está aprobada por unanimidad. En principio, hay algo que va más allá de las discusiones y los paradigmas y es que estamos en un Estado de Derecho. Con una ley que está vigente tenemos la obligación de intentar cumplirla, de desencadenar procesos que permitan implementarla. Sabemos que no es una ley de las que se sancionan e inmediatamente tienen aplicación, sino que implican un proceso. Tenemos que ser realistas, va a llevar años. Es cierto que, el campo de la salud mental tiene muchas tensiones que existieron siempre y siguen existiendo, y que esas tensiones re-emergieron en torno a una posibilidad de modificación del decreto reglamentario. Toda ley es perfectible y muchas veces pasa que cuando se intenta llevar a la práctica, entre la letra de la ley y la realidad hay dificultades.
Entonces, hay actores del campo de la salud mental que tienen una mirada crítica con la reglamentación. El ministro lo planteó claramente, y yo coincido con esto: la Dirección tiene que ser el lugar donde se abra el diálogo y se escuchen a todos los sectores.
Si, dándose esa instancia, se consensua entre todos los sectores alguna modificación de la reglamentación que dé cuenta de esta heterogeneidad de miradas, se podrá avanzar en ese sentido. Siempre y cuando, esa modificación redunde en una mayor probabilidad de operativización de la ley, no en detrimento del espíritu de la misma.”
Sobre la despenalización del aborto
“Tiene muchas aristas, una de ellas es pensarlo desde el campo de la salud pública, y esto es una realidad. Se trata de un problema de salud pública. Si entendemos a la salud en su complejidad, la subjetividad forma parte de ésta. En principio, desde el Ministerio, celebramos que se dé un momento histórico en el que los legisladores lo discutan. Desde un posicionamiento personal yo estoy a favor de las libertades individuales y de ejercer el derecho de los sujetos a tomar sus propias decisiones. Tiene que haber un debate amplio, dejando de lado cuestiones de prejuicios o religiosas y entender, en primer lugar, que hoy nos encontramos en situaciones en donde la penalización del aborto ha generado inequidad en relación a sectores de vulnerabilidad y que eso, claramente, es un problema para muchas mujeres y es un problema sanitario. Hay que entender el padecimiento psíquico en términos de embarazos no planificados, en lo que tiene que ver con el deseo de una maternidad y por lo tanto, todos esos elementos tienen que ponerse en juego, además de que debe ser una decisión que intente representar la posición de la comunidad. Es un tema que divide, creo que la sociedad ha madurado y es por eso que este debate se está dando. Yo estoy a favor de las libertades individuales y creo que la sociedad ha ido avanzando en ese aspecto a través de la ley de divorcio, ley de matrimonio igualitario y otro tipo de normativas que van en esa línea.
Además, por otro lado, creo que también tenemos que discutir en relación al cumplimiento de lo que ya hoy es legal: la interrupción del embarazo en determinados casos. Sabemos que es un derecho de las mujeres que muchas veces se ve vulnerado.
Hoy es legal ciertas interrupciones del embarazo por distintas causas y hay causas que de alguna manera, en la práctica, se discuten más y se terminan, vulnerando derechos. “