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Acerca de lo que implica trabajar en un Hospital Escuela y el trabajo de docencia

Palabras de la colaboradora docente T.O. Natalia Yujnovsky en ocasión de la presentación del libro RISaM.


La docencia en la RISAM llega a mí como parte de mis tareas en tanto trabajadora del Hospital Escuela de Salud Mental y desde allí la asumo.
Quiero decir algo en relación a dos cosas: lo que implica una docencia interdisciplinaria, desde mi punto de vista, y lo que significa que un trabajador haga docencia.
Siempre me pareció y me sigue pareciendo estimulante que un espacio formativo  se plantee como “inter” disciplinario. A la RISAM llegan profesionales recién graduados a aprender interdisciplinariamente, es decir, están iniciando el ejercicio profesional, de la disciplina que estudiaron en la universidad, y vienen a aprender  a hacerlo interdisciplinariamente. Hay un pasaje de una formación disciplinar a una interdisciplinaria. ¿Y qué es una formación interdisciplinaria?, ¿cómo se aprende?, ¿cómo se enseña? Ya sabemos que para la práctica de la interdisciplina no basta con conformar un grupo en el que coexistan profesiones diversas, para que haya una construcción interdisciplinaria es necesario en palabras de Najmanovich, que haya un “diálogo entre diferentes”. Entonces para un proceso formativo tampoco basta con incluir al residente en un equipo y ofrecer un programa de cursado donde cada campo disciplinar hable de sí mismo. Se necesita de un esfuerzo de identificación de qué cada núcleo disciplinar entrando en diálogo con qué de los demás núcleos disciplinares puede fertilizar ese campo de conocimiento común, “inter”, que necesitamos para ser actores de salud mental. ¡Vaya desafío!
A esto se le suma la complejidad de que las disciplinas no existen en el aire, son encarnadas en cada uno y cada uno hace más o menos lo que puede con más o menos lo que quiere, tal es mi caso, por ejemplo, con la terapia ocupacional, profesión en la que me formé y con la que tuve que arreglármelas para llevarme bien, encontrando las que para mí son las mejores versiones de ella. En lo personal entonces me tocó aportar a la construcción de esta formación interdisicplinaria desde el particular recorrido que yo hice con una disciplina y con mi propia posición en ella que, por supuesto es resultado de un tránsito colectivo. Y desde allí ubicar qué decir, qué aportar para la formación interdisciplinaria. Creo que algo de esto pude hacer porque tuve la posibilidad primero de “vivir” la interdisciplina siendo parte de un equipo que la eligió como modalidad y no como moda, me refiero al Hospital de Día, donde aprendí de la alegría que produce pensar juntos. 
Entonces, quienes asumimos la participación en una propuesta de formación interdisciplinaria podemos hacerlo desde lo que hemos aprendido en nuestras propias experiencias interdisciplinarias. Y tenemos que saber que lo interdisciplinario lleva TIEMPO. Dialogar con otros lleva TIEMPO. Tal vez se trate una de las mayores dificultades actuales para la interdisciplina.  Todavía necesitamos tiempo y espacio para construir la interdisciplina. Cualquiera de nosotros sabe lo difícil que es disponer de tiempo para encontrarse con otros, pero también cualquiera de nosotros sabe lo que produce el encuentro con otros de carne y hueso, con voz, gestos,  emociones. Yo quiero convocar a no entregar la interdisciplina al whatsapp que sin dudas es un aliado para organizar y comunicar muchas cosas, pero sepamos que no reemplaza las reuniones de equipo, la rueda con el mate sigue siendo necesaria, hoy más que nunca.
Respecto de ser trabajadora que hace docencia, yo ya no me acuerdo si me invitaron me metí sola o bien cómo fue, la cuestión es que lo elegí. Elegí participar como colaboradora docente de la RISAM. Esa elección me obligó a revisar mi práctica, a pensar, a sistematizar lo que venía haciendo, a buscar nuevas lecturas y a decidir qué de todo eso podía ser de valor para la formación de quienes estaban iniciando una especialización en salud mental. Tuve que ponerme a ver qué de mi campo disciplinar podía ser un aporte a la construcción de ese campo de saber interdisciplinario de la salud mental. Debo decir que esto fue salud mental para mí, fue la oportunidad de poner en valor un recorrido y compartirlo y fue una tarea altamente creativa. Lo que me interesa decir con esto, además de que estoy muy agradecida, es que los trabajadores necesitamos de mecanismos de reconocimiento de lo que hacemos, más aún los que trabajamos con situaciones de dolor humano extremas como lo son muchas de las situaciones de nuestro campo. El trabajo en salud mental tiene que contemplar los espacios de transmisión para todos los trabajadores y la RISAM tiene que saber que convocando a los trabajadores del campo para participar de la formación está produciendo salud mental, está aportando a todo el colectivo.  Y este colectivo tiene un enorme capital (del bueno) que, a veces, no sabe o no tiene dónde ubicar, dónde poner en movimiento. Un libro es una oportunidad para eso.  El libro es también un espacio de transmisión, los y las residentes son también trabajadores que han tenido la posibilidad de sistematizar sus experiencias y ponerlas a disposición de otros. Me sumo entonces a todos los que hoy celebremos la existencia de este libro.
 

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