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Nuevos territorios institucionales. El proceso de habitar «la casa del Thompson». - Hospital Escuela de Salud Mental
Artículos

Nuevos territorios institucionales. El proceso de habitar «la casa del Thompson».

El texto reflexiona acerca del movimiento del Hospital de Día desde el edifico del HESM a su propia casa en el Barrio Thompson.

El presente trabajo da cuenta de la reflexión del equipo del hospital de Día sobre el movimiento, en múltiples sentidos, a partir del pasaje de dicho dispositivo con más de 25 años de historia desde el edificio del hospital monovalente (Hospital Escuela de Salud Mental) a una casa en el barrio Thompson de la ciudad de Paraná. Se trabajan los avatares vinculados al proceso de habitar dicha casa, las apuestas realizadas a partir de la oportunidad del cambio y los interrogantes que interpelan las prácticas, necesarios para deconstruir y volver a elaborar modalidad de trabajo en un nuevo territorio.

En Septiembre de 2018 el dispositivo “Hospital de Día” se traslada del edificio del Hospital Escuela de Salud Mental a una casa en el barrio Thompson de Paraná. La misma fue cedida por el Ministerio de Gobierno en el marco de la restitución de un bien privado a un uso público por una causa de administración fraudulenta. Se trata de la respuesta a un pedido histórico solicitado formalmente en 2001: un dispositivo de estas características debe insertarse en la comunidad, no dentro de las paredes del Hospital monovalente; demanda siempre presente, pero quizás en el avatar de las urgencias cotidianas un poco en el tintero, sobre todo en un contexto inesperado y contradictorio de políticas neoliberales y de ajuste.

La sorpresa de este suceso esperado y a la vez contingente nos genera múltiples interrogantes y la necesidad de poner en palabras, tejer algunas respuestas, algún relato sobre lo que está (mos) pasando.
¿Qué implica la “mudanza” de un dispositivo desde el hospital monovalente a la comunidad? ¿Cómo interpela las prácticas y la subjetividad del equipo y los usuarios?
Una mudanza no es cualquier cosa, implica sobre todo tener presentes las nociones de tiempo y espacio. En el medio de este proceso se generan movimientos: objetos, pérdidas, anhelos, ideas, expectativas, frustraciones, alegrías, miedos, sorpresas…
Como hipótesis ante estos interrogantes, pensamos el proceso como una externación, en este caso de un dispositivo, concepto que rápidamente aparece asociado a la “externación de los usuarios”: los atravesamientos de la institucionalización, las marcas, la quietud, la pasividad; condiciones que no son ajenas a los equipos, ya que para que alguien arme una vida fuera del hospital no basta con que haya una casa.
Es necesario, que cuente con vínculos que lo sostengan, que pueda construir un cotidiano en el que haya proyectos, que tenga recursos económicos, pero fundamentalmente que DECIDA irse, que pueda hacer ese movimiento subjetivo deseante respecto de un afuera, de un otro lugar. También sabemos que se trata de procesos y que por lo tanto habrá vaivenes, ambivalencias, idas y vueltas.
Es por eso que a posteriori podemos pensar que esa inercia comienza a entramarse con la necesaria puesta en acto del querer irnos que muchas veces habíamos imaginado, rodear la detención del tiempo ligado a lo burocrático y la interacción de mecanismos ligados a la institución manicomial que por supuesto, nosotros también hacemos jugar muchas veces. Fue así como de a poco en el ir y venir comenzamos a aprender muchas cosas que quizás no tenían tanto que ver con la teoría pero sí con la clínica de lo cotidiano, con el modo en que todos, usuarios y equipo intentamos construir un espacio, ponerlo lindo, ver si hay luz y gas, regar las plantas, limpiar el piso, abrir, cerrar, tener llave! El uso de espacios comunes, que hacen a la construcción de subjetividad, de identidad y de salud.
Claro que los inicios de este proceso “de externación” no han sido sin efecto en el caso por caso. El pasaje progresivo de las actividades a la casa, el tiempo de espera en la dimensión de la clínica para darle lugar a lo burocrático y administrativo a fin de generar condiciones para que la casa sea habitable, generó cierta vacilación del soporte en la referencia espacial y temporal que daban los talleres y la atención en algunos casos especialmente vulnerables, lo cual precipitó diversas crisis y posteriores internaciones.
Este punto resulta valioso a fin de ubicar el efecto de sostén que el armado de un dispositivo diurno significa en la vida de los usuarios y quizás también visibilizar la importancia de continuar trabajando en la vía de fortalecer otros circuitos posibles que permitan acompañar esta referencia.
Otro de los efectos que podemos situar como consecuencia de este movimiento, es pensar como equipo los tratamientos en la nueva casa, lo que deriva en procesos de alta y cierres con derivación de algunos usuarios de larga data y al mismo tiempo reabrir procesos ofreciendo propuestas acordes, a fin de que el dispositivo Hospital de Día funcione como una alternativa al modelo manicomial que favorezca circuitos en la comunidad.
Los primeros encuentros en la casa, mediados por algún almuerzo dan lugar a que algunos usuarios puedan ubicar referencias interesantes vinculadas al movimiento entre el hospital y la casa: “por fin nos fuimos del manicomio”, “estar allá nos hace mal”, “la tranquilidad” pudiendo permanecer más tiempo, en otros horarios, tomando otras propuestas. Claro que también comienza a surgir aspectos ligados al temor, a lo nuevo entramado con las particularidades de cada caso: “barrio peligroso”, “Casa de narcos”, no querer ir a la casa ya que implica la necesidad de realizar recorridos alternativos. Estos puntos nos invitan al trabajo de construir referencias en el nuevo lugar y así mutar esa llegada al tratamiento que también en ocasiones se transforma una dinámica cristalizada.

Hoy, en la casa

A casi un año del inicio de este proceso nos toca pensar los atravesamientos institucionales en una casa. Podríamos tomar la propuesta de Ulloa de “organizaciones institucionales” (Cueto: 1999), organización en tanto materialización de una institución, en este caso de salud, en constante movimiento y no sin efectos.
“La reforma, cualquier reforma propuesta de cambio o reformulación coloca en jaque el proceso de identificación entre la organización y sus agentes. Nuevos referenciales no están todavía disponibles para identificarse y la angustia provocada por el cambio, generalmente se expresa por medio de reacciones…” Al respecto Onocko Campos retoma de Kas la noción de adherencia narcisista el cual consiste “en un mecanismo psíquico por el cual las personas se autorizan a decir o pensar o sentir que trabajar ahí vale la pena y tiene sentido. A través de ese mecanismo las personas se sienten parte de la organización (…) esa misma adherencia narcisista tan importante, es fuente de problemas” (Onocko Campos: 2004)
En una mudanza siempre se pierden o rompen cosas, dice alguien por ahí. Perder para dar lugar a lo nuevo, algo que quiere ser nombrado diferente. Todo parece novedoso sobre todo en relación a lo operativo, sin embargo todos llevamos algo ahí de lo que ya sabemos, un saber hacer que quizás habíamos olvidado.
La casa se habita de a poco, algunos valientes con frío y sin luz comienzan la tarea de darle vida, deseo previo puesto en acto en el ir y estar aún sin que estén dadas todas las condiciones. Alguien del equipo se anima a proponer que resulta necesario “refundar” el dispositivo, tarea nada sencilla pero vaya, si no aprovechamos esta oportunidad… Alguien más propone que es necesario estar despiertos y advertidos porque en la repetición de algunas prácticas también podemos transformar ese lugar en un algo muy parecido al manicomio.
Refundar aprovechando las contingencias que proponen otro espacio y otro tiempo, apostar a otros horarios, a actividades acordes al lugar, a lo que tenemos a mano. La construcción de la salud, de la salud mental, nos hace trascender las puertas del hospital, y entender que lo cotidiano, lo subjetivo, lo histórico, lo que ese otro trae, nos modifica y nos de-construye el saber que normaliza. Ese saber que deviene de un imaginario social, de un cumulo académico, de un camino recorrido como profesionales, como empleados del estado.
Surge, al estar por fuera en primer plano lo social comunitario a partir del corrimiento de la lógica manicomial, lo enloquecedor del manicomio, registro de los propios usuarios. Refundar es también volver a pensar (nos) lógicas de convivencia, contratos, acuerdos, inscripciones colectivas en un lugar que particularmente es diferente, los espacios son abiertos, grandes, no hay tanta “privacidad” y cómo hacer jugar eso, como traer una y otra vez las condiciones de cuidado de la propia intimidad, invitar a alguien a que cierre una puerta cuando en su casa ni siquiera cuenta con un techo. Pensar y repensar condiciones y posibilidades, no dejar de insistir y de apostar a un sujeto ciudadano.
Hoy nos detenemos necesariamente a pensar con otros el devenir generado a partir de este movimiento hacia afuera, pero también hacia dentro. Hacia adentro en tanto “la institución nos precede, nos sitúa y nos inscribe en sus vínculos y sus discursos” (Kaes: 1989).
Estamos hablando de la institución como productora de subjetividad.
Pensar un tiempo y espacio diferente en la casa, nos acerca a la noción de creatividad, ubicando que el uso de este objeto casa-institución es un promotor de nuevos modos vinculares. Tal es así que la redefinición del espacio es directamente proporcional a la oferta pensada para el tránsito de quienes llegan. Actividades que se construyen en relación al arte por ejemplo, desde la concepción de un sujeto creativo, lúdico; (Taller de teatro, música, fotografía y de artes) que posibilitan un nuevo modo de lazo social.
La institución como proceso en movimiento, la casa como tal, va mutando en la medida que puede albergar heterogeneidades, diversidades y temporalidades que conviven al interior del equipo y los usuarios con los atravesamientos propios de la institución monovalente, lo instituido. Lo que, a su vez, entra en discordancia con lo incierto, porque aquí la deconstrucción del otro, del equipo, implica una nueva forma de construir, una puesta en movilidad, como diferentes formas de hacer frente a la realidad.

Bibliografia: 

-Briuoli Nora Mabel “La construcción de subjetividad. El impacto de las políticas sociales”. HAOL, Núm 13, 2007
-Cueto Ana María “Grupo, Institución y Comunidad”. Ed. Lugar. Bs. As. 1999
-Onocko campos, Rosana: “Humano demasiado humano: un abordaje del malestar en la institución hospitalaria”. Ed. Lugar. Bs As 2004.
-Kaes, René y Otros: “La institución y las instituciones. Estudios psicoanalíticos”. Ed. Paidós. Bs. As. 1989


Articulo publicado en la revista digital  La PlazAT. La revista digital de los Acompañantes Terapéuticos Nº 6 / Junio de 2019.




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