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Cuerpo y salud mental: el cuerpo en escena

Ateneo institucional presentado por el Dispositivo de Atención Psicosocial (DAPs) del HESM en el mes de octubre.

La comisión de actividades formativas, funciona dentro del Comité de Docencia e Investigación. Se ocupa de programar diversas actividades destinadas a conmover las prácticas, repensarlas, reflexionar sobre problemáticas y temas que atañen a la tarea cotidiana de un Hospital Escuela. Dentro de las posiblidades de actividades formativas se encuentran las figuras de los ateneos clínicos, bibliográficos e institucionales. También está la alternativa del conversatorio, la presentación de libros o cualquier otro andamiaje que posiblite propiciar espacios para la revisión de las prácticas institucionales. 

En octubre, el Dispositivo de Atención Psicocial propuso un anteneo institucional para invitarnos a pensar sobre el cuerpo. Dejamos el texto que formó parte de la puesta hecha por los y las compañeras de este equipo.

Autores: Paula Alcaín, Candela Alvarenga, Claudia Spadillero, Romina Peter, Nadia Passi, Oscar Falcón, Carmen Paredes, Anabel Arias, Natali Jacob, Cintia Coassolo,  Lorena Díaz, Georgina Burgoa. 

 

“Camila llega al espacio de cocina encorvada, con el peso de su historia en el cuerpo. En ese micro universo de tenedores, ollas y platos, ella, la de su cuerpo doblado, eligió un delantal, con su gorro respectivo y se vistió de blanco para oficiar de moza, mientras se iba irguiendo y estrenando su mejor sonrisa. Tomó una bandeja, acomodó la comida y haciendo uso de su función atendió a sus compañeros, ¡qué maravilla la de vestir otros ropajes cada tanto!”

 

“Juan llega al taller, refiere que no puede trabajar en la huerta. Atribuye la dificultad a sus huesos. Nos organizamos, nos dividimos en dos grupos de trabajo; Juan se va al grupo de la Huerta, trabaja en la tierra con las herramientas necesarias y participa en la siembra. La actividad como bálsamo y olvido.

 

“De camino a la Sala, vamos con las alumnas al espacio de Intervenciones Culturales. Alguien grita, corre y pide una ambulancia. Es una compañera de trabajo, apuramos el paso, ingresamos a la sala, había más gente que corría, me acerco al pasillo que da a las habitaciones, en la habitación de Mirta pasaba todo, es Mirta  o es Juana? No sabemos, salgo, me encuentro con Antonia que está muy triste, ella ya sabe lo que pasó, yo también. Antonia está sola, llora, me acerco, le agarro la mano y la abrazo. Las dos sabemos que Mirta se murió. El espanto de saber que hace horas que está muerta me paraliza y también me despabila. Me doy cuenta que las alumnas están ahí. Nos vamos”. 

 

“Vamos a Sala de Hombres. Invitamos a Oscar a participar del espacio de Actividad física. Desde la puerta de su habitación lo vemos… allí…acostado, inmóvil, con la mirada en el techo, mientras solo mueve los pies. La pieza se ve oscura, silenciosa, solitaria. Esta escena forma parte de su cotidiano.” 

 

 “Choripaneada de fin de año en la Toma Vieja: allí estamos todos: usuarios, coordinadores y hasta el guardia de un “judicializado”. Algunos asamos los choris, otros se dan un chapuzón en la pileta. Somos un grupo de trabajo compartiendo un picnic; nada más, es un ritual construyendo un lazo”

 

Relatamos escenas de cuerpos que habitan y son habitados por espacios rutinarios, donde se inscriben cotidianeidades institucionales-instituidas, donde Otro marca los tiempos, hasta los del tedio, donde ese cuerpo agujereado, reglamentado es objeto, es víctima, más no protagonista del tiempo. Son los cuerpos internados. Y contamos historias de “los que vienen de afuera”, un afuera ficticio, porque solo cambia el escenario, pero el relato es el mismo. Tal vez queramos lograr que esos cuerpos “cuenten su propia historia”, decimos “tal vez”  porque es el movimiento el que marca el rumbo, y a veces nos lleva a lugares impensados. Pero debemos hacernos cargo de una paradoja: la de intervenir a través de nuestro hacer, dándole una palabra propia a esos cuerpos. El cuerpo en tanto construcción social, construcción simbólica, se encuentra atravesado por la historia, por los otros, por las condiciones singulares, y experiencias vividas. Podemos decir que “el cuerpo es algo que es individual y colectivamente vivido, que está socialmente representado en diferentes idiomas simbólicos y metafóricos, y que es objeto de regulación, disciplina y control por parte de procesos políticos y económicos más amplios” (Scheper-Hughes; 1997, 138).

 

Ahora bien, ¿de qué cuerpo hablamos en este ateneo, cual es el cuerpo que nos importa: el cuerpo de los usuarios, el cuerpo profesional, el cuerpo en los talleres, el cuerpo institucional, el cuerpo colectivo?...

 

El cuerpo y la institución

Para poder pensar sobre la cuestión del cuerpo, debemos contextualizar ese cuerpo, el del usuario, en la sala de internación y como vivencia su cotidianeidad allí.

En primer lugar, entendemos como vida cotidiana a ese lugar en el que la persona se siente protegida dentro de una trama sólida de hábitos y rutinas que se fue creando en el transcurso del tiempo, de recorridos conocidos, rodeada por caras familiares. “En ella se construye la vida afectiva, familiar, profesional, de las amistades, en ella se sueña la existencia.” (David Le Breton, “Antropologia del cuerpo y modernidad” Cap.5 pag 91). Lo cotidiano trae en sí la marca de la singularidad del sujeto, y toma forma a partir de sus necesidades, valores, creencias y afectos. En ese sentido, lo cotidiano en cada persona es único e irrepetible en la medida en que la unicidad y la no repetitividad son características inequívocas de la condición humana. 

 

En lo cotidiano de la vida institucional hospitalaria observamos que lo mental aparece como marcando una diferencia respecto a lo corporal. De hecho si miramos las dinámicas institucionales de sala de internación rápidamente nos muestra una estandarización de los tiempos de descanso, de alimentación, de recreación, una regulación de la circulación  y el contacto social, la focalización de las prácticas higiénicas asociadas al cuerpo. Sin caer en una generalización abusiva de la observación, pero si, señalando ciertos remanentes del funcionamiento hospitalario en tanto institución total. Erving Goffman las caracteriza como “instituciones con una alta capacidad de absorción del individuo”. Absorben su tiempo, sus intereses, ordenan sus acciones dejando al margen la creatividad, regulan fuertemente sus contactos con otros, no dejan intersticios para la circulación del deseo.

 

Por su parte, Le Breton, plantea que a través de las acciones diarias, el cuerpo se vuelve invisible, ritualmente borrado por la repetición incansable de las mismas situaciones y por la familiaridad de las percepciones sensoriales. Entonces, en el transcurso de la vida institucional, el cuerpo se desvanece. Está infinitamente presente en tanto soporte inevitable de la carne del ser, pero, infinitamente ausente de su conciencia. El sujeto se siente cautivo dentro del cuerpo que lo abandona. El mismo sentimiento aparece en el deseo de llevar a cabo una tarea o una acción física imposible de realizar sin destreza o entrenamiento.

 

El cuerpo y nosotros, trabajadores de salud mental

La experiencia humana más allá del rostro insólito que adopte, está basada, por completo en lo que el cuerpo realiza. El hombre habita corporalmente el espacio y el tiempo de la vida. El cuerpo es el soporte material, el operador de todas las prácticas sociales y de todos los intercambios entre los sujetos. Como trabajadores de la salud mental, nos preguntamos de qué manera  podemos intervenir para que el cuerpo de los usuarios se haga presente, cuerpo borrado por la rutina hospitalaria, por su situación singular y social, por su posición subjetiva. 

 

En relación a lo planteado anteriormente, podemos mencionar que en nuestro trabajo cotidiano con los usuarios, se puede observar que muchas de las complicaciones a nivel somático, no solo están relacionadas con los efectos adversos que ocasiona la utilización de psicofármacos (entre ellos, rigidez muscular, temblor, caminar atáxico, adormecimiento, etc), sino también, a la falta de actividad física.

 

Entonces, ¿Es posible pensar la actividad física como parte del tratamiento en el mismo orden de importancia que otras intervenciones? 

 

En este sentido creemos que las actividades deportivas y recreativas pueden ser entendidas como una forma de construcción social de la realidad y un medio de socialización en donde el movimiento se constituye en el eje de la intervención. 

 

Nuestro dispositivo tiene el impulso de incorporar nuevos desafíos y propuestas, muchas de ellas no convencionales para la atención de los procesos de salud-enfermedad. Se trata de espacios grupales, que ponen el énfasis en lo colectivo sin perder de vista la singularidad de los usuarios que concurren y transitan dichos espacios. 

 

El cuerpo que nos convoca 

Sostenemos que el ejercicio físico es bien aceptado en la mayoría de las personas que participan, por lo que puede considerarse como un componente valioso del tratamiento.

 

Pensándonos como dispositivo encontramos en nuestra historia que, en este último tiempo, la actividad física se ha instalado de manera significativa, aportando beneficios a nivel fisiológicos, físicos y psicológicos. Entre ellos podemos mencionar la mejora en la motricidad y la postura corporal, favoreciendo la recuperación del esquema corporal y promoviendo la estimulación sensorial, al trabajar con diferentes elementos (música, conos, pelotas, colchonetas, aros, mancuernas, bandas elásticas, etc.). 

 

La actividad física posee la capacidad intrínseca de generar vínculos, ya que se trata de una práctica que necesariamente se da con la presencia y la interacción de los cuerpos. En este sentido, la movilización, tanto corporal como emocional, que las actividades proponen, generan efectos terapéuticos al transitar de otro modo las conflictivas de los usuarios. 

 

El tema de este ateneo surgió de las experiencias que se han llevado a cabo en el Dispositivo de Atención Psicosocial, experiencias en relación con el movimiento, fundamentalmente. Historizando un poco sobre nuestras propuestas, se evidencia  la relevancia que se le ha dado al cuerpo. Entre las cuales podemos mencionar: 

 

  • Espacio de folklore 2013, sostenida por residentes.

  • Espacio de tango 2013 y 2014, coordinado por personal del hospital.

  • Espacios de actividades físicas y deportivas 2013 y 2014, llevado a cabo por concurrentes.

  • Espacio de danza y movimiento 2014 y 2015, conformado por residentes.

  • Espacio de actividades físicas y deportivas en salas A y B 2017, coordinado por concurrentes y personal del Daps.

  • Espacio de deporte 2018, llevado adelante por residentes y personal del Daps.

 

Durante este año, se han desarrollado actividades físicas y deportivas, coordinadas por personal del Daps, entre las cuales se pueden mencionar: baile, juegos teatrales, caminatas y actividad física con elementos.

 

          Retomando lo anteriormente expuesto, podemos referir que dichas propuestas han estado sostenidas y coordinadas en su mayoría por residentes y concurrentes, acompañados por el dispositivo. Sin embargo, es preciso destacar que tanto residentes como concurrentes tienen un periodo limitado de circulación, lo cual conlleva a que se presenten dificultades para la continuidad de dichas actividades en el tiempo.

 

Debido a esto, y observando la concurrencia y participación que los usuarios han tenido a las mismas, es que como equipo nos propusimos fortalecer el espacio de actividades físicas. Por ello, durante el año 2018 se presentó un proyecto titulado “Cuerpo en Movimiento” en el Ministerio de Desarrollo Social, a fin de obtener recursos materiales y económicos. Sumado a esto, a principios de este año, se comienza a trabajar con el proyecto “Actividades Físicas y Deportes”, presentado por la Profesora de Ed. Física. 

 

Cabe mencionar algo, que de obvio pasa desapercibido: no solo en los espacios específicos de movimiento opera el cuerpo, sino en todas las actividades del Dispositivo: el Taller de Plástica donde la motricidad fina se pone en juego; el Taller de Cocina, donde la memoria corporal juega un rol importantísimo, siendo el caso más relevante el de Diego, quien padece amnesia que afecta su memoria episódica, pero sin embargo no ha olvidado como amasar, memoria corporal que le quedó de su antiguo oficio de panadero; el Taller de Huerta, donde la fuerza y la resistencia física son fundamentales. El Taller de Juegos Teatrales donde la expresión corporal es protagonista; las Intervenciones culturales donde a menudo se “adornan” los cuerpos con maquillaje, y por un rato adviene “el afuera”, dejan de ser “usuarias”, son mujeres compartiendo el antiguo rito de pintarse. En la Feria del Daps los cuerpos “están de fiesta”; los juegos, el baile, la música, los vendedores que ofrecen sus productos, crean un ambiente de intercambio de vivencias.

 

El cuerpo: otras miradas

En relación a la pregunta acerca de ¿qué es el cuerpo? Por un lado, encontramos en el diccionario dos posibles acepciones claramente antagónicas: 

 

  • Conjunto de las partes que forman un ser vivo.

  • Persona o animal sin vida.

 

Por el otro, para el psicoanálisis el cuerpo es mucho más que la piel, los huesos, la sangre, los órganos, es un organismo intervenido por el lenguaje y es un significante en sí mismo. Según la psicoanalista francesa Francoise Dolto se va conformando una imagen inconsciente del cuerpo, que es propia de la subjetivación y comienza desde el momento del nacimiento hasta los 3 años aproximadamente.

 

El cuerpo es el escenario de las comedias y tragedias de la existencia humana, y abordar la corporalidad nos generó interrogantes tales como: ¿Qué podemos re-componer de esos cuerpos abusados, maltratados, des-libidinizados que vemos a diario? ¿Cómo impacta en nuestros propios cuerpos la atención a los usuarios? ¿Qué relación existe entre la palabra y lo corporal? Y muchos etcéteras más.

Decidimos “ponerle el cuerpo” a esta temática que a menudo se soslaya en la Salud Mental, tal vez por influencia, consciente o inconsciente, del dualismo cartesiano que impregna el pensamiento de occidente, donde mente y cuerpo se describen como entes separados, así como en la tradición judeocristiana se escinden en cuerpo y espíritu. Pero el placer y el dolor, por ejemplo ¿Son meras manifestaciones corporales? ¿Podemos dividirlas? O el arrobamiento que experimentamos frente a un cuadro, un paisaje o incluso la belleza de una fórmula matemática ¿es solo mental? o ¿alguien podría hacer el amor solo con el cuerpo?

 

Otra de las razones que nos llevaron a intentar abordar la temática de la corporalidad son las recientes muertes que aún estamos duelando. Como dijera Agustín de Hipona “ los muertos son invisibles, pero no ausentes”; esas mujeres que habitaban el espacio del hospital, haciendo ruido, bailando, cantando, insultando, que desplegaban una corporalidad tan presente hoy ya no están, no están sus cuerpos vivos, pero sí su recuerdo, porque es también el cuerpo territorio de la memoria

 

El cuerpo en escena

Cada día de la actividad física nos preparamos como para una fiesta: llevamos el parlante (que alumbra como un faro el viejo comedor), seleccionamos la música, convocamos por la sala, despertamos esos cuerpos dormidos, buscando interrumpir rutinas. Algunos esperan en el comedor. En los primeros encuentros fue el baile el protagonista; luego fuimos incorporando otras modalidades, que fueron propuestas a partir de los  intereses de los participantes del espacio. Incluimos caminatas, donde el andar es de los pasos y las palabras; además buscamos fortalecer el cuerpo a través del trabajo de circuito, donde se pone en juego la fuerza y la resistencia; y por último (y el más reciente), abrimos un espacio lúdico, donde se utilizan modos y recursos teatrales. Allí el cuerpo “se pone en juego”, para crear y habitar de otra manera el tiempo y el espacio.

 Estos espacios, donde el eje de intervención es siempre el movimiento, permiten un re-encuentro con el cuerpo, desde una posición donde el Deseo interviene de otra manera, trascendiendo la mera supervivencia. En lo cotidiano observamos la predisposición, la espera del encuentro y la participación activa.

El punto de intercepción entre lo clínico y estos espacios se produce a partir de una interacción dialéctica entre los participantes del grupo, donde el efecto clínico subjetivante proviene de la mirada del otro, con el aplauso, con el acompañamiento y la sonrisa.

 

Para ir cerrando y abriendo

En el presente escrito, nos propusimos abordar la corporalidad poniendo el énfasis en los usuarios que asisten a nuestros espacios, haciendo un recorte necesario a los fines de poder dar cuenta de nuestras prácticas clínicas y políticas.

Serían necesarios varios ateneos para poder acercarnos a la enorme complejidad de esta temática y sus diferentes aristas; pensar, por ejemplo, los efectos en nuestros cuerpos como trabajadores de la Salud Mental, la finitud del cuerpo, las transformaciones que se operan en el cuerpo de la psicosis, las miradas desde las diversas disciplinas, el cuerpo y el lazo social.

Finalizando esta producción, y parafraseando a Blaise Pascal, podríamos decir que “el cuerpo tiene razones que la razón desconoce”. Intentamos elucidar el lugar del cuerpo, y su implicación en las diferentes propuestas del dispositivo. En terrenos donde la palabra a menudo está impedida, olvidada, atrapada, allí, el cuerpo habla su propio lenguaje.

 

 

Comentarios

Alchu Hace 5 años
11-11-2019 15:24:38

Muy bueno.
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